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ACES
Nº61
04 de Marzo de 2013
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Edición 61 :: Prensa
La cultura de la cooperación posibilita la integración de la diversidad en las escuelas

 Fuente: TENDENCIAS21.NET

 
Las diferencias individuales han de ser asumidas como característica propia de la sociedad en el entorno educativo
 
 
Los cambios que ha sufrido la escuela en los últimos años, con la elaboración de estrategias metodológicas útiles para atender a la diversidad, la han convertido en una escuela de tipo inclusivo cuyo objetivo es garantizar que todos los alumnos sean aceptados con igualdad, reconocidos por lo que cada uno tiene que ofrecer a la comunidad educativa y se les ofrezcan las adaptaciones curriculares necesarias para que su aprendizaje sea satisfactorio. Por Paloma Moruno Torres, Mónica Sánchez Reula y Francisco Zariquiey Biondi.
 
Siempre hemos pensado que la escuela es un lugar muy peculiar por un hecho muy sencillo: todos y cada uno de nosotros hemos pasado por ella en algún momento de nuestra vida, cuando menos como alumnos. 
 
Eso la convierte en la institución social por excelencia, aquella sobre la que todos nos sentimos con derecho a opinar. Hombres y mujeres de distintas profesiones y ocupaciones la conocen, pues le dedicaron su asistencia o "abstinencia" durante bastantes años de su infancia. Pero curiosamente pocos ciudadanos ajenos a la pedagogía y la didáctica hablan de la escuela del siglo xxi con propiedad, ya que afortunadamente y desde algún tiempo la escuela se encuentra en una profunda transformación. 
 
En este artículo vamos a abordar los cambios que ha sufrido la escuela durante los últimos años, en los que poco a poco se han ido elaborando una serie de estrategias metodológicas útiles para atender a la diversidad, que la han convertido en una escuela de tipo inclusivo, en la que, en palabras de Stainback el objetivo es "garantizar que todos los alumnos –los discapacitados físicos y psíquicos graves y profundos, los que plantean serios problemas de disciplina, los corrientes, los superdotados y quienes están en situación de riesgo– sean aceptados en pie de igualdad, reconocidos por lo que cada uno tiene que ofrecer a la comunidad educativa y se les ofrezcan las adaptaciones curriculares necesarias para que su aprendizaje sea satisfactorio" (1). 
 
El modelo inclusivo, afán de superación de la escuela exclusiva de la educación especial, plantea metodologías y estrategias de corte constructivista y cooperativo, capaces en su definición de atender a la diversidad dentro del aula, de educar a todos los alumnos en aulas y escuelas ordinarias. 
 
Esa diversidad natural, fruto de las diferencias individuales, es inicialmente asumida como característica propia de la sociedad y, por lo tanto, de la escuela. Una vez aceptada de forma natural, se afronta no con el objetivo de que todos los individuos alcancen los mismos objetivos, sino valorando en qué medida pueden alcanzarlos cada uno de ellos. 
 
En palabras de Stainback y Stainback (2), el término "inclusión" hace referencia a la posibilidad de acoger a todos los alumnos, enseñar a todos dentro de una misma escuela. Con el objetivo de que todos los alumnos se sientan acogidos y seguros, y que se les apoye desde la escuela en los planos educativo y social, este nuevo enfoque inclusivo pretende garantizar que todos los alumnos, independientemente de sus características personales, sean aceptados en igualdad, reconocidos por lo que pueden ofrecer y ayudados a alcanzar un aprendizaje satisfactorio. 
 
De este modo, el hecho de que todos los alumnos se sientan acogidos e integrados en el aula de forma normalizada, tal como se encontrarán en la sociedad, implica el punto de partida del tratamiento individualizado de sus necesidades, garantiza que sean aceptados como miembros valiosos del grupo y les concede la oportunidad de ser ayudados de forma específica. 
 
Las comunidades inclusivas son capaces de reconocer las características personales de cada alumno, sus dificultades, fortalezas y talentos, y desarrollan métodos para estimularlos y utilizarlos, destacando el componente social del aprendizaje y estableciendo la importancia de las interacciones entre iguales. «Las personas son interdependientes» (3) y uno de los factores más relevantes en el proceso docente es el grado en que se relacionan alumnos, padres y profesores, el nivel de compromiso que adquieren y –¿por qué no?– los lazos de amistad que se establecen entre ellos. 
 
Una de las estrategias más relevantes de la escuela inclusiva es la metodología cooperativa, que sustenta el aprendizaje en la interacción social entre iguales y en el establecimiento de un clima adecuado que facilite múltiples aprendizajes. 
 
A lo largo de las próximas páginas intentaremos detallar la fundamentación teórica de esta sorprendente metamorfosis de la escuela del siglo xx que, propulsada por los cambios sociales, culturales, políticos, económicos, etc., tiene como resultado una escuela con una mayor conciencia social y una mejor preparación para la consecución de aprendizajes efectivos. 
 
El resultado final de la crisálida, desde el punto de vista pedagógico y teórico, da lugar a una mayor profesionalización de los maestros. El docente está hoy técnicamente más preparado y eso hace que el momento de cambio en el que nos encontramos inmersos obedezca más a una revolución de carácter científico que de otra índole. 
 
Dentro de esta evolución de la escuela el aprendizaje cooperativo es, en la actualidad, una de las herramientas más poderosas que tenemos para atender a la diversidad dentro de las aulas. A la diversidad de siempre, a la diversidad de ahora y a esa «otra diversidad» de la que trata este libro: los alumnos con altas capacidades. 
 
Junto con la utilización de otras medidas de tipo específico, como pueden ser los programas de enriquecimiento extracurricular, el uso de métodos cooperativos en el aula puede completar, de forma adecuada, un desarrollo equilibrado del alumno con altas capacidades en múltiples aspectos, al mismo tiempo que beneficia al resto del grupo clase y mejora el clima de convivencia. 
 
Fundamentación teórica e implantación en los centros 
 
En primer lugar realizaremos una necesaria revisión de algunas de las teorías psicológicas y pedagógicas que justifican la efectividad de la metodología cooperativa. Analizaremos también algunos de los aspectos que hacen de dicha metodología un recurso adecuado para atender a los alumnos con altas capacidades dentro de su grupo de iguales, de modo que se facilite su integración en el grupo clase y se desarrollen todos sus potenciales de aprendizaje. 
 
Posteriormente hablaremos de cómo crear una cultura de cooperación en un centro escolar, deteniéndonos en diferentes estrategias de sensibilización al cambio profundo que supone la implantación de dichas estructuras. 
 
Para terminar el capítulo analizaremos las ventajas que una cultura de la cooperación puede suponer para los alumnos con altas capacidades y también para el resto de la comunidad educativa. 
 
El aprendizaje cooperativo como metodología diferenciadora 
 
Históricamente, la transformación de la escuela tradicional supuso en el siglo xx una superación del modelo conductista, que dio lugar al enfoque constructivista de la educación. El constructivismo irrumpe de forma poderosa en el panorama educativo, en el que gracias a las aportaciones de autores como Bruner, Ausubel,Piaget, Vygotski, etc. se conforma como el punto de partida de una nueva pedagogía. 
 
En los últimos treinta años la escuela continúa sumergida en un profundo intento de convertirse en una escuela de carácter integrador e inclusivo, útil a la hora de atender a todos y cada uno de los alumnos con necesidades educativas específicas de cualquier índole. 
 
Tal y como describen Molina y Domingo (4) en su libro Aprendizaje cooperativo y dialógico el paradigma social de la enseñanza, junto a una ideología basada en principios filosóficos, políticos, sociales y críticos, hace surgir un nuevo modelo de enseñanza en el que se enfatiza la ausencia de competición y el reparto igualitario de tareas y responsabilidades. La cooperación entre iguales se convierte en el fundamento del diálogo comunicativo. 
 
Cada alumno es un miembro importante para el grupo, se convierte en alguien valioso por las responsabilidades que asume con el resto y por la función o rol que desempeña al trabajar en equipo y ayudar a los otros. 
 
Autores como Freire, en su teoría de la acción liberadora, y Habermas con su teoría de la acción comunicativa, enfatizan el papel de la participación igualitaria como herramienta de la transformación social de la escuela. 
 
iI[La filosofía dialógica]i implica, en ese sentido, que el objetivo de la educación ha de ser que toda persona alcance tras su paso por la escuela un nivel de desarrollo personal y de educación ciudadana que le permita desenvolverse en la sociedad de forma adecuada y que le posibilite relacionarse con los otros de forma efectiva. 
 
Esto hace que poco a poco surjan críticas al constructivismo, que suponen un replanteamiento del modelo y una combinación de este con otras teorías pedagógicas y con fundamentación psicológica. 
 
Las principales críticas al constructivismo en este sentido son, por un lado, el hecho de que para el constructivismo el alumno construye los significados de manera individual y esto confronta con numerosas teorías que fundamentan la construcción social del aprendizaje. Por otro lado, el constructivismo recibe críticas relacionadas con la teoría de las adaptaciones. 
 
El modelo cooperativo retoma a uno de los grandes autores, Vygotski, para intentar reformular el paradigma constructivista y acomodarlo a los nuevos descubrimientos sobre cómo se produce el aprendizaje. 
 
El aprendizaje vuelve a ser un proceso compartido, en el que el alumno construye su conocimiento con ayuda de los otros, (profesores e iguales).
Enlaces relacionados:
ACES Asociación Andaluza de Centros Enseñanza de la Economía Social (ACES)  

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