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Educación infantil: del aburrimiento a la creación
Es preciso elaborar propuestas que contemplen el desarrollo psicomotriz de las criaturas, que fomenten su autonomía, que les permitan expresarse de múltiples maneras y relacionarse con quien desean. Y dejar atrás las fichas.
“Profe, ¿por qué este ratón camina tantas veces para llegar al queso?” me preguntó una niña mientras terminaba un “trabajo” en la clase de 4 años de Infantil. Imaginé que ella, que había tenido que repetir varias veces la acción de unir las líneas de puntos entre el ratón y su comida para dibujar sendos trazos continuos de izquierda a derecha, se había puesto en la piel del ratón y había pensado: “Pero no entiendo, ¿cuántas veces hay que ir a un mismo lugar para llegar?”. No supe responderle. Su pregunta era mucho más lógica que cualquier excusa que yo pudiera inventar.
Si tenemos claro que la orientación espacial, la direccionalidad, la ubicación en los diversos planos del espacio, las formas, el ritmo… se aprenden jugando con el cuerpo en el espacio compartido con los compañeros y poblado de objetos, ¿por qué suponemos que este tipo de trabajos sobre el papel van a suplir esas experiencias vitales? Porque, si bien este tipo de ejercicios son el final de un proceso de experimentación, en la realidad, las aulas de Infantil se han llenado de fichas elaboradas por el profesorado o compradas a las editoriales, y en muchos casos son la actividad central de las aulas.