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Queridos zapatos viejos: Juntos hemos corrido, andado y pisado arena, lava, asfalto, agua, tierra, lodo, hierba, caca, hielo y madera durante varios años.
Hoy, después de 35.000 Km por Sudamérica, tus arrugas se han convertido en grietas, agujeros. El agua y frío chileno entran y entumecen mis pies. Te dejo en Chile para que descanses y pases aquí tus últimos días. Se que estás cansado y me lo agradecerás. Permanecerás ahí junto a un trocito de nuestro corazón.