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ACES
Nº217
16 de Enero de 2017
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Edición 217 :: El Vuelo de APIS
Conocer a Pepe Mujica
Conocer a Pepe Mujica

 Nuestra visita

Una vez ubicada su casa pensé que sería misión casi imposible que Pepe nos recibiera. Nos habíamos propuesto saludarle, darle un abrazo y agradecer el ejemplo actual que supone su manera de vivir, la inusual coherencia de su estilo. Por diversos cauces traté de conseguir, sin éxito, un mail que me llevara a alguien de su entorno a quien poder contar nuestros cariñosos propósitos. Así que si queríamos intentarlo no teníamos más remedio que presentarnos allí, sin más, sin cita, mail o llamada previa. No teníamos certeza alguna de que la información sacada de aquel vídeo de Youtube pudiera llevarnos a Pepe. Ni siquiera sabíamos si estaba en el país, mucho menos en su supuesta casa.
Pero si este viaje nos está enseñando algo es que los sueños están para perseguirlos y que con esfuerzo, serenidad y convicción se pueden lograr muchas cosas. A veces (muchas veces, más de 4 veces) tiramos la toalla antes de intentarlo por considerar que no podremos lograrlo, nos frenan los miedos y no nos damos oportunidad de alcanzar propósitos con los que soñamos. Pero nosotros viajamos porque dijimos "adiós" al miedo y eso nos está permitiendo vivir con gran intensidad todo y vivir cosas que a priori eran imposibles.
Así que el pasado 3 de Enero, puse el GPS para que nos llevara hasta Rincón del Cerro, una de las barriadas periféricas de Montevideo. Allí, en el camino de tierra El Colorado, se encuentran tanto el Quincho de Varela como la casa de Pepe y Lucía. Si uno se adentra hasta el final del camino se topa con un panel metálico que dice Pare. Al costado de dicha señal hay un módulo donde descansa un guarda de seguridad 24 horas al día. Hasta ahí llegamos nosotros. Salió el guarda e Ingrid le contó nuestras pretensiones. El guarda, joven, delgado y con una cercanía impropia de su profesión nos dijo que Pepe no estaba, pero que si queríamos podíamos aparcar allí mismo y esperarle, que igual llegaba en 10 minutos que en unas horas. Eran ya las 19:00 de la tarde y si se retrasaba mucho llegaría cansado y habría que intentarlo otro día. Pero nos pusimos recontentos de saberle en el país y de comprobar que, efectivamente, vivía allí.
El guarda, muy amable, estuvo un rato contándonos batallitas de algunas de las extrañas visitas que ha recibido Pepe en los últimos años. En una ocasión se plantó allí un hombre enchaquetado que venía desde Arabia Saudí pidiendo que Pepe y Lucía le adoptaran. El tipo estuvo hablando un rato con Pepe y le llamaba "Papá". Surrealista. A los 1o minutos, en medio de una de estas historietas,  apareció Pepe, se bajó del coche y nos atendió, así, sin más.
Y de pronto apareció
Apareció mate en mano, cigarrillo de liar en la otra, despeinado como siempre y con ropa de calle. Viejito, gordito y sin muchos dientes en la mandíbula inferior. A ratos, el físico de su rostro me recordaba al de "risitas", ese casposo personaje de la telebasura hispana y de carcajada contagiosa que Jesús Quintero catapultó a la fama hace unos años. Pero claro, la abismal brecha intelectual que les separa me devolvía una y otra vez a la fabulosa intelectualidad del personaje que tenía frente a mi.  La imagen de Mujica contrasta con la profundidad de las cosas que dice. Pero adoro su aspecto de mendigo pues es consecuencia de una coherencia extrema y un discurso vital que promueve la sobriedad y huye de la ostentación.
A pesar de ser quien es y quien ha sido, ha vivido antes, durante y después de su presidencia en este lugar, una humilde casa de campo situada en unos terrenos de cultivo que él mismo sigue trabajando con sus manos y un pequeño tractor, ya viejito también. Como él y su pareja (Lucía Topolansky) no han tenido hijos, han cedido parte del terreno de su casa y un galpón viejo para la creación de una escuela agraria que ya lleva 2 años funcionando. Es el legado que quieren dejar a la juventud. "Ninguna de estas cosas transforma el mundo, se precisan miles de estas. Cada uno en su esfera tiene que hacer algo por los demás, esto es una invitación a la solidaridad", dijo en el discurso de inauguración de la escuela. Cuánta humildad y acción.
Nos acompañaba María, una amiga que vino a visitarnos unos días en navidad, lo cual hizo al encuentro aún más especial y compartido. A Pepe le regalamos un envasado de Jamón de Bellota y otro de Salchichón Ibérico que nos trajo María de España. Aceptó con agrado las dádivas y estuvimos hablando un rato de la calidad de los cerdos íberos. Bromeó (creo) comentando que nuestros cerdos eran en realidad alimentados con los huesos de las aceitunas usadas para el aceite y que nosotros éramos unos ignorantes al creer que comían solo bellotas. Terminaba un cigarrillo y se liaba inmediatamente otro.
Estuvimos hablando con él unos 40 minutos, la mitad de los cuales pudimos grabar una entrevista que habíamos trabajado con nuestros alumnos de nuestro colegio en Sevilla, antes de partir (la entrevista íntegra la publicaré en el próximo post). Mientras Ingrid le hacía preguntas, yo me esforzaba por mantener estático mi brazo, que luchaba contra el movimiento corporal generado por los nervios. La ocasión era única y no podía permitirme el lujo de perder aquel testimonio directo por mi inestabilidad muscular. Mi corazón latía rápido, sabedor de que probablemente nunca volvería a tener la oportunidad de conversar con un expresidente de ningún país del mundo.

 
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