MARIANO FERNÁNDEZ ENGUITA
Punto final al último bandazo, una ley ideológica, partidista y clasista, sin más apoyo que el PP, que chocó con el activismo laicista, nacionalista y de los intereses de la escuela pública. Derecha e izquierda moderadas, Ciudadanos y PSOE, acordaron en enero paralizarla y sustituirla por otra basada en un pacto. Ahora se suma el PP y parece que, hasta ahí, podría hacerlo Unidos Podemos (veremos los nacionalismos).
No hay motivo por el que el PP vaya a cambiar sus convicciones, pero al estilo ideológico y prepotente de Wert, catapultado desde la FAES, sucede el más negociador y pragmático de Méndez de Vigo, formado en la diplomacia, que si algo enseña es a mantener las formas, hacer concesiones y no empecinarse.
Falta, como advertí el 28 de noviembre de 2013 en este diario, que los demás recuerden que no hay paraíso al que volver. Se promete trabajar por un gran pacto de Estado, social y político para (1) alcanzar los objetivos de la estrategia 2020 de la UE y (2) lograr una ley básica con vocación de estabilidad, pero ni son lo mismo ni van de la mano: (1) se refiere a cobertura escolar, competencias del alumnado, retención (frente a abandono), titulación, formación permanente, empleo juvenil y movilidad estudiantil; (2) supone abordar titularidad, religión, lenguas, comprehensividad, financiación, evaluación y carrera profesional, al menos.