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Las aulas prueban que es posible la convivencia de las religiones
Tolerancia. El colegio Calderón de la Barca es un claro exponente de la integración de diferentes culturas y creencias. Su alumnado procede de una veintena de nacionalidades
ALFREDO GUARDIA / SEVILLA.
Más allá de la polémica que algunos quieren crear con el hecho de se pueda estudiar en las aulas una religión distinta a la católica, la realidad demuestra que las familias que profesan una determinada confesión -musulmana, judía o evangélica- no otorgan a este tema la prioridad que se podría pensar y, de hecho, abogan por elegir para sus hijos la asignatura de ‘Valores éticos y sociales’, conocedores, en parte, de la dificultad que entrañaría impartir la asignatura de esa religión en particular. Y prueba de ello es el colegio Calderón de la Barca (Sevilla), donde «quienes se acercan prefieren anteponer la extraordinaria convivencia entre el alumnado, los objetivos del centro y el rendimiento académico de los estudiantes, por encima de cuestiones de índole religiosa», explica su director, Ricardo García.
Y ello a pesar de que, sobre el papel, todos los colegios sostenidos con fondos públicos excepto los de ideario católico deben informar de las citadas opciones que existen para cursar enseñanza doctrinal o una asignatura alternativa. En este sentido, la Administración debe garantizar que quien solicite la enseñanza de uno de esos credos la reciba. En cuanto a la confesión musulmana, existe un acuerdo con esa Comunidad contemplado en la Ley 26/1992 de 10 de noviembre que establece la posibilidad de impartir esa confesión como asignatura «en centros docentes públicos y privados concertados sin ideario». En tal caso, la enseñanza religiosa islámica estaría a cargo de profesores asignados por las comunidades pertenecientes a la Comisión Islámica de España y los centros estarían obligados a facilitar locales adecuados sin perjuicio del normal desenvolvimiento de las actividades lectivas».