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La emotiva carta del niño que devolvió sus trofeos por cometer un error.
Yago Horno, golfista de 7 años, sumó mal los golpes en su tarjeta y se autodescalificó del torneo perdiendo así el premio.
En el mundo actual, en el que los valores están en entredicho, todavía es posible encontrar historias que conmueven. Sobre todo cuando las protagonizan niños que aprovechan el deporte para divertirse y, lo que es más importante, para formarse como personas.
El golf pertenece a esa extraña serie de actividades británicas (junto al rugby o al tenis, entre otras) en las que el honor y el juego limpio están implícitos. Y lleva estas ideas al límite cuando establece que cada jugador es responsable de su tarjeta de juego y, en función de las normas escritas y de las de etiqueta (que debe conocer y respetar), contará los golpes que realice en cada hoyo y los anotará en su tarjeta. Cada uno es su propio árbitro.
Por lo general, se intercambian las tarjetas con los otros miembros del partido y al final de la ronda se comprueban y se firman en señal de aceptación. Una vez realizado este trámite, los resultados pasan a ser oficiales y se procede a la entrega de premios.